Este día me levanté con ganas de experimentar con algo y en mi tantas horas de búsqueda de recetas, encontré esta maravillosa "magdalena", mundialmente conocida como CupCake. Era una de esas recetas que al verla se te cae la baba al pensar en lo deliciosa que debe estar.
Un Cupcake (literalmente pastel de taza), también conocida como fairy cake, patty cake o pastel de taza, es una pequeña tarta para una persona, frecuentemente cocinada en un molde similar al empleado para hacer magdalenas o muffins. Es una receta de origen estadounidense, e incluye añadidos como glaseado y virutas.
La receta base de un CupCake es similar a la de cualquier otra tarta: mantequilla, huevos, azúcar y harina. ¿Y porqué no intentarlo?
En primer lugar hice la magdalena, de limón y vainilla, porque me encantan.
Y llega el momento de hacer la crema de mantequilla de arriba. No os creáis que es tan fácil, cogerle el punto perfecto a la crema a veces resulta un tanto desesperante. Pero sabía que todo era cuestión de mucha práctica.
Una vez terminada sólo me quedaba echar el colorante. Dividí la mezcla de la crema en varios montoncitos y fui echando colorantes diferentes.
Con una manga pastelera y diferentes boquillas fui decorando las magdalenas. Disfruté muchísimo, porque cada vez iban quedando más bonitas. Eché virutas de todo tipo: fideos de chocolate, corazoncitos blancos y rositas, círculos de colores...
Pero una cosa era la presencia y otra ya muy distinta el sabor.
Pero prueba superada, estaban exquisitas...
Doy fe de que estaban buenísimas
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